Muchas veces preferimos una mujer normal físicamente hablando antes que una espectacular belleza despampanante. La normalidad esconde tras de sí un morbo que las bellezas no tienen. El saber que te estas follando a una madre anónima o a una mujer infiel te pone mucho más cachondo que follarte a una preciosa de cuerpo perfecto. Por eso las putas de barrio tienen tanto éxito con los hombres, porque son chicas normales que por el día te puedes cruzar por la calle haciendo la compra y tú no saber nada de eso. Por la noche luego se cambian y se hacen putas, van chupando los nabos de sus clientes, lamiendo sus huevos y tragándose su semen. Sus coños no están tan depilados como los de las actrices porno, pero destilan un magnetismo propio de la naturalidad que las hace atractivas. A veces es mejor parecer natural que ser demasiado artificial y sofisticada. Verlas follar también es digno de mención porque obtienen mucho placer con cualquier polla, no necesitan meterse una polla grande para satisfacer a su cuerpo, ellas no tienen el coño grande ni dilatado de follar con pollones de las películas porno, con una polla media se conforman e incluso les sobra.