Dos chicas jovencitas necesitan trabajar y por eso van de puerta en puerta preguntando a los vecinos si hay algún trabajo que hacer para que se puedan ganar la vida. Los más avispados se aprovechan de la buena voluntad de las chicas y sus pervertidas mentes piensan en sexo. Los maduros viejos les dicen que hay tareas del hogar que podrían hacer en su domicilio, les dicen que entren hasta la habitación, pero es una trampa para abusar sexualmente de ellas por muy poco dinero. Como ellas están muy necesitadas acceden a follar con los maduros viejos. Les tienen que chupar sus penes flácidos y delgados, algo asqueroso que ni las prostitutas con más experiencia se atreven a realizar. Tienen los huevos llenos de pelos blancos que ellas deberán lamer con pasión para que al final les pague lo poco acordado. Como la mayoría de viejos no pueden empalmar, el sexo se limita a chuparles las pollas y a ponerles los coños delante de la boca para que puedan saborearlos. Algunos viejos verdes tienen consoladores que meten en los coños de las chicas como si fuera un sustituto de su pene.